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Residente y familia de Richmond luchan con la amenaza de deportación

on December 8, 2013

Preparándose para la deportación

La tarde del domingo, Felipe De Jesús Valdés y su hija, Mayra Valdés, estuvieron clasificando y ordenando entre una cantidad de documentos, enviando correos electrónicos de último minuto a su abogada, y contestando llamadas de la prensa.

Valdés alzó uno de los documentos. Era la orden de deportación de la agencia de Inmigración que el recibió hace diez días. Le solicitaba a Valdés que se reportara a las oficinas del ICE (Immigration Customs Enforcement- Oficiales de la Aplicación de Inmigración) a las 10 a.m. en Noviembre 18 para deportarlo a México, con no más de 40 libras de equipaje.

“Nosotros tenemos un 50-50 de oportunidad” en una apelación de último minuto, Mayra dijo. Su hija de tres años de edad, resfriada, se abrazaba de su lado. Mayra tiene nueve meses de embarazo con su segundo bebe. Lágrimas rodaban por las mejillas de Mayra mientras ella contemplaba la posibilidad que Valdés no fuera a estar cerca para conocer a su nieto. “Yo en verdad no quiero dar a luz sabiendo que mi papá va camino a México.”

Según miembros del ICE, aproximadamente 410,000 personas fueron deportadas el año pasado—más o menos 1600 personas por día. Mientras la administración de Obama ha dicho que esta enfocándose en remover criminales violentos, casi 18,000 personas deportadas en el 2012 no tenían historial criminal. Muchos de ellos, como Valdés, han comenzado familias y establecido vidas aquí.

Como el principal proveedor para su familia, la deportación de Valdés dejará a su esposa e hijos en una precaria posición financiera. Su hijo más joven tiene escoliosis y, puesto que la familia no tiene seguro médico, el salario de Valdés es la única manera para pagar sus medicinas. “¿Les podré enviar pesos para comprar dólares y apoyar mi gente aquí?” Valdés sacudió su cabeza, “Viéndolo así, se ve imposible.”

Por encima de las consideraciones financieras y prácticas Mayra dijo que su madre está preocupada de perder “su amigo, su alma gemela, su fuerza.”

“Yo puedo ver en sus ojos que ella está cansada y asustada, pero no quiere decírselo a sus hijos,” Mayra dijo.

La madre de Mayra no estaba presente en la casa el domingo. Como de costumbre, ella se había levantado a las 4:30 a.m. para prepararse para un día de vendimia de bebidas y botanas en un parque de fútbol de la zona para ayudar a contribuir a la pequeña entrada de dinero de la familia.

La evidencia de su precaria situación estaba por doquier en la casa de los Valdés.

Comida enlatada de una despensa de comida local estaba cuidadosamente trinchada en una esquina, y el librero en la sala estaba lleno hasta el techo con bultos de papitas fritas en bolsitas de Costco que la esposa de Valdés re-vende por una pequeña ganancia. En el patio trasero, al centro unas cuantas plantas de chiles en macetas, parados montones de cartón y bolsas para la basura llenas de botes y botellas para venderlos en la planta recicladora. En el techo sentada una antena improvisada hecha por Valdés de madera y clavos así para que su esposa pueda ver las noticias.

En la sala estaba un altar hecho a mano honrando a Jesús y la Virgen Maria y adornado con flores de plástico y rosarios.

Historial

Valdés ha vivido en los Estados Unidos por 23 años, 20 de ellos en Richmond. Él trabaja como plomero. Hace años, comenzó una liga de fútbol para adultos, donando su tiempo y dinero para mantener la liga. El describió cuándo salía al campo de fútbol y arreglaba los hoyos en el terreno a mano.

Según su actual abogada Marie Vincent de Pangea Legal Services (Servicios Legales Pangea), la orden de deportación de Valdés fue el resultado de una mala practica legal y fraude por parte de sus anteriores abogados. Inmigrantes están a menudo a la misericordia de abogados maliciosos a faltoa de conocimiento. “Cuando tú no tienes esas personas para darte la asesoría correcta esto puede destruirte”, Mayra dijo.

Desde el 2000, Valdés estima que él ha gastado más de $20,000 en honorarios legales – lo cual alcanza el total de un año de salarios. “Ellos solo se llevan nuestro dinero, pero ellos no nos apoyan como se supone que debe ser.”

Valdés ha sido elegible para un tipo de visa especial por los últimos diez años, no obstante su aplicación fue tan solo presentada hace dos semanas. La Visa-U está disponible para inmigrantes que han sufrido un crimen violento en los Estados Unidos, y quienes cooperan con los agentes de la ley. La familia Valdés ha experimentado un sin-número de robos, pero en el 2003 ellos fueron víctimas de un ataque particularmente brutal por parte de ocho hombres.

Adam el hijo mayor de Valdés tenía 12 años de edad en ese tiempo. La familia estaba recogiendo sus cosas después de terminar de vender en el parque cuando un grupo de hombres se acercaron pidiéndoles cambio. Adam dice que su padre pensó esto era sospechoso pero les preguntó que cuánto cambio necesitaban. “De repente yo recuerdo que uno de los hombres golpeó a mi papa, y de ahí yo me quedé en blanco. Yo solo recuerdo que un hombre estaba golpeando a mi abuelo con un palo. Yo tomé el palo y golpee al hombre en la pierna.” Adam fue golpeado en la cabeza de regreso y cayó desmayado contra el cerco. Cuando el volvió en si, vio cómo asfixiaban a su hermana. Los atacantes abruptamente se retiraron cuando un miembro del grupo gritó que ellos necesitaban irse.

Adam dice algunos de los hombres fueron arrestados inicialmente, pero no está seguro que es lo que ha pasado con el caso. La familia Valdés aceptó ser testigos y cooperaron con los agentes de la ley.

El caso Valdés llegó hasta oídos de activistas en parte debido a la participación de su hija con el grupo CCISCO (Contra Costa Interfaith Supporting Community Organization – Organización Comunitaria de Apoyo Multireligiosa de Contra Costa). Mayra comenzó como voluntaria para la organización el año pasado, y ahora ellos están ayudando a su padre. CCISCO y otro grupo llamado Catholic Charities (Caridades Católicas) ayudaron a Valdés a obtener representación con los Servicios Legales de Pangea quienes presentaron una petición de última hora para detener la deportación de Valdés.

Además del apoyo de estos grupos religiosos, Mayra dijo bastantes personas  de su comunidad han firmado peticiones, escrito cartas de apoyo y ofrecido oraciones en nombre de su padre. “Yo no me siento sola” ella dijo.

Día de la deportación

El lunes era una fría mañana, y para la familia Valdés, una mañana llena de incertidumbre. Mayra había estado despierta la mayor parte de la noche atendiendo a su hija quien se puso más enferma y tenía una fiebre de 102 grados. Valdés dijo que no había dormido toda la noche.

Valdés y su hija, armados con papeles, dejaron su casa alrededor de las 7:30 a.m. Cuando ellos llegaron a la oficina de Servicios Legales Pangea en San Francisco una hora más tarde, Vincent les mostró a Valdés una pila de documentos legales como de una pulgada de grueso, los cuales más tarde serían presentados a las autoridades de inmigración. Ella le explicó a Valdés los papeles que el tenía que firmar, y ellos se dirigieron a las oficinas del  ICE  a unas cuántas cuadras de distancia.

Cuando Valdés llego al 630 Sansome Street un pequeño grupo se había reunido para apoyarlo. Miembros de la familia Valdés hablaron acerca de su situación a reporteros, a menudo rompiendo en llanto. Partidarios ofrecieron oraciones, y activistas de CCISCO dirigieron a la creciente multitud en cantos de “¡No uno más! ¡Not one more!” Para las 10:00 a.m., cuando Valdés camino a través de las puertas, la congregación había crecido alrededor de 60 – sus números se alzaron en parte debido a la fuerte presencia de estudiantes de la escuela secundaria de Richmond quienes dijeron ellos estaban ahí para apoyar a su compañero de clases, el hijo menor de Valdés.

Adam Kruggel, el director de CCISCO acompaño a Valdés, Mayra y Vincent hacia el interior del edificio. Más tarde reportó que los cánticos de la demostración abajo podían ser escuchados en la reunión cinco pisos arriba.

A las 11:00 a.m. un grito subió de la multitud. Kruggel envío un mensaje de texto a otro miembro de su organización diciéndole que  ICE  había aceptado suspender por un año la deportación de Valdés mientras ellos revisaran su aplicación de la Visa-U. Sin embargo, Valdés permaneció dentro del edificio por otras cuatro horas y media.

“Parte de la razón por la demora es que ahí hay demasiada prensa y presión de la comunidad que quieren anunciar la suspensión de la deportación antes de que él sea dejado en libertad y esto está llevando su cause a través del proceso,” dijo Kruggel, en un mensaje de texto.

Muchos de los partidarios y televisión se fueron a casa en ese momento, pero un pequeño grupo incluyendo los estudiantes de la Secundaria Richmond permanecieron. “Fe-li-pe! Fe-li-pe!” la multitud coreaban.

La esposa de Valdés aguardaba para ver a su esposo de nuevo, parada sobre el pavimento por seis horas.

Su paciencia fue recompensada cuando un sonriente Valdés surgió de la oficina del edificio alrededor de las 3:30 p.m. sosteniendo un pedazo de papel en su mano el cual no solo suspende su deportación por un año, pero también le otorga un permiso de trabajo por ese mismo periodo. Kruggel dijo que este era un ejemplo de una muy difícil situación convirtiéndose en una positiva.

Valdés abrazó su esposa e hijos y estrecho las manos agradeciéndole a todos los que lo apoyaron. Para Valdés, esta decisión significa que el vera a su familia, “Cada mañana. Cada noche.”

Tras el, la pequeña multitud entonaba, “Rich-mond! Rich-mond! Rich-mond!”

Sara Lafleur- Vetter contribuyó al reportaje de este artículo.

Traducido por Jorge Heredia

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